AMLO superstar
Román Revueltas Retes
Si Rayito no existiera habría que inventarlo. No lo digo a modo de celebración por su estrategia de acoso y derribo de las instituciones de la República. Para nada. Lo afirmo con un sentimiento de eterna gratitud: es una mina de oro para los escribidores a sueldo, tipos como yo, condenados a una permanente búsqueda de temas rentables y vendibles. Justamente luego de que se produjera aquí el encendido debate sobre la “miseria del periodismo”, resulta muy oportuno reconocer, sí señor, la calidad de la materia prima. Y, en ese sentido, López Obrador no tiene competencia alguna en el escenario de la política nacional. Nadie le llega. Nadie le hace sombra. Así son los provocadores, por otro lado: se mueven siempre en esa línea que separa lo atrevido de lo francamente escandaloso. Lo de “cállate chachalaca”, por ejemplo, fue muy costoso en términos electorales pero, señoras y señores, qué invectiva tan afortunada para alimentar columnas y cotilleos, qué instante supremo del folclor nacional, qué alarde de retórica tropical. El hijo pródigo de Macuspana, con todo, no está solo en estos quehaceres. Miren, si no, el numerito de Putin, hace un par de días, cuando, impresionado por las hazañas de Ehud Olmert, primer ministro israelí, bramó, en plena cumbre de la Unión Europea : “es un hombre muy fuerte”. “¡Ha violado a diez mujeres!”. La noticia le dio la vuelta al mundo. Y no me digan que el gorila Chávez no fue un as de la comunicación al gruñir que Fox podía “salir espinao” si metía con él. A las pocas horas estaba en todas las pantallas de televisión.
Por eso, entre otras posibles razones, es que le hemos dedicado tantísima atención al futuro presidente de opereta. Digo, estoy contando los minutos para su ceremonia de entronización. Imaginen ustedes la puesta en escena, la obligada solemnidad del momento cuando, luego de haberle sido colocada en la pechuga una banda presidencial adulterada, Rayito se ponga a desfilar, muy ufano, disfrazado de Miss Izquierda. Simplemente impagable.
Si Rayito no existiera habría que inventarlo. No lo digo a modo de celebración por su estrategia de acoso y derribo de las instituciones de la República. Para nada. Lo afirmo con un sentimiento de eterna gratitud: es una mina de oro para los escribidores a sueldo, tipos como yo, condenados a una permanente búsqueda de temas rentables y vendibles. Justamente luego de que se produjera aquí el encendido debate sobre la “miseria del periodismo”, resulta muy oportuno reconocer, sí señor, la calidad de la materia prima. Y, en ese sentido, López Obrador no tiene competencia alguna en el escenario de la política nacional. Nadie le llega. Nadie le hace sombra. Así son los provocadores, por otro lado: se mueven siempre en esa línea que separa lo atrevido de lo francamente escandaloso. Lo de “cállate chachalaca”, por ejemplo, fue muy costoso en términos electorales pero, señoras y señores, qué invectiva tan afortunada para alimentar columnas y cotilleos, qué instante supremo del folclor nacional, qué alarde de retórica tropical. El hijo pródigo de Macuspana, con todo, no está solo en estos quehaceres. Miren, si no, el numerito de Putin, hace un par de días, cuando, impresionado por las hazañas de Ehud Olmert, primer ministro israelí, bramó, en plena cumbre de la Unión Europea : “es un hombre muy fuerte”. “¡Ha violado a diez mujeres!”. La noticia le dio la vuelta al mundo. Y no me digan que el gorila Chávez no fue un as de la comunicación al gruñir que Fox podía “salir espinao” si metía con él. A las pocas horas estaba en todas las pantallas de televisión.
Por eso, entre otras posibles razones, es que le hemos dedicado tantísima atención al futuro presidente de opereta. Digo, estoy contando los minutos para su ceremonia de entronización. Imaginen ustedes la puesta en escena, la obligada solemnidad del momento cuando, luego de haberle sido colocada en la pechuga una banda presidencial adulterada, Rayito se ponga a desfilar, muy ufano, disfrazado de Miss Izquierda. Simplemente impagable.
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